Industrias culturales

El Anzuelo | Año 2 | Número 3

PANDEMONIUM DOCENTE ARTÍSTICO

La noche del 15 de marzo de este año, el presidente de lxs argentinxs anunciaba en una conferencia de prensa la suspensión de las clases presenciales en todos los niveles educativos y cuatro días después, decretaba el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), como principal medida precautoria ante la pandemia del COVID 19. Durante esa semana, muchísimas actividades comenzaron a detenerse, sin embargo, una decisión era clara, las clases debían continuar.

Directivos, docentes, coordinadorxs de todas las instituciones educativas formales debieron comenzar a pensar de un día para el otro planes de continuidad pedagógica. Realizar sondeos para conocer la situación de sus estudiantes, mudar sus vías de comunicación habituales a un plano completamente virtual. Videollamadas, teleconferencias, soportes que hasta ese entonces eran completamente desconocidos se volvieron parte de su (y nuestra) cotidianeidad. Había que comenzar (o continuar) las clases mediante medios virtuales ¿cómo se hacía? nadie sabía. Aulas virtuales, grupos en redes sociales. Multiplicar las vías para poder llegar a todes. Aprender a un tiempo acelerado otros modos de enseñar.

Mientras tanto, lxs docentes que ejercen su tarea mediante talleres en ámbitos autogestivos, se encontraron sin red ni estructura, pero con la necesidad de seguir trabajando para sostener su ingreso y su actividad. Por eso (algunxs antes, otrxs más tarde) también tuvieron que aprender y la mayoría, no lo hizo de modo solitario. Fueron buscando vías de intercambio, se construyeron nuevos proyectos, vínculos de cooperación, espacios de discusión e intercambio.

Si todo ese proceso fue y sigue siendo vertiginoso para cualquier docente, para quienes se dedican a la enseñanza de las artes escénicas implicó traspasar un abismo. Arrojarse hacia algo que parecía impensable e imposible.

Al imaginar y planificar una clase de teatro o de danza, para la edad y el objetivo que sea, unx se figura mentalmente la presencia de cuerpos en movimiento, con atención para la acción y la reflexión. También se posiciona en un espacio, un aula, una sala de ensayo pero no se imagina una pantalla como mediadora, ni un espacio virtual de esos que, hasta hace poco, nos parecían un no lugar.

Sentarse y pensar en cómo producir un proceso de enseñanza aprendizaje en donde los cuerpos asumen dinámicas de movimiento, construcciones colectivas, poiesis, emociones, miradas, todo frente a una computadora o teléfono desafiaba todo aquello que sabíamos acerca de nuestras prácticas. Y sin embargo los y las docentes lograron hacerlo y desde hace meses sostienen el vínculo con lxs estudiantes con recursos sumamente creativos. Se reinventan en su rol, investigan, se arriesgan y con sus acciones docentes crean nuevas formas que dan cuenta de estrategias pedagógicas que seguramente llegaron para quedarse y ser parte de las numerosas acciones didácticas disponibles de ahora en más para la educación artística.

Este número 3 de El Anzuelo, buscó dejar registro de estos procesos. Hacerlos visibles y poner los recursos generados, las ideas producidas, a disposición de otrxs para que puedan nutrir sus propias búsquedas. Por eso convocamos a docentes, directivxs, talleristas e investigadorxs a poner en común las distintas estrategias que fueron generando para dar continuidad a los procesos educativos en estos tiempos tan especiales que estamos atravesando. Las respuestas nos sorprendieron por la cantidad, variedad y calidad de los recursos puestos en acción tanto en las Instituciones públicas como en talleres autogestionados.

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